la causa de lo que nace es el esperma del macho.
Aristóteles, De generatione animalium, 729bἄκουε υἱέ πατρὸς τοῦ γεννήσαντός σε
escucha, hijo, al padre que te engendró.
Proverbios, 23.22Πᾶς ὁ γεγεννημένος ἐκ τοῦ θεοῦ ἁμαρτίαν οὐ ποιεῖ, ὅτι σπέρμα αὐτοῦ ἐν αὐτῷ μένει·
Todo el que ha nacido de Dios no hace pecado, porque su esperma permanece en él.
1 Juan, 3.9
Ἡμεῖς ἐκ πορνείας οὐ γεγεννήμεθα· ἕνα πατέρα ἔχομεν, τὸν θεόν.
Nosotros no hemos nacido de fornicación; un solo Padre tenemos, Dios.
Juan, 8.41
εἰς τὸ γενέσθαι αὐτὸν πατέρα πολλῶν ἐθνῶν, κατὰ τὸ εἰρημένον, Οὕτως ἔσται τὸ σπέρμα σου.
para que él llegara a ser padre de muchos pueblos, según lo dicho: Así será tu esperma.
Romanos, 4.18
τοῦ πάντων πατρὸς
del Padre de todosτοῦ πάντων πατρὸς
Filón de Alejandría, De specialibus legibus, 1.14
πατὴρ πάντων
Padre de todos
Efesios, 4.6
τῷ πατρὶ τῶν πνευμάτων
al Padre de los espíritus
Hebreos, 12.9
semen patris omnium, id est Spiritus Dei
el semen del Padre de todos, esto es, el Espíritu de Dios
San Ireneo, Adversus haereses, 4.30.2
quoniam ex semine eius, id est ex Joseph, non erit natus
puesto que de su semen, esto es, de José, no será nacido
San Ireneo, Adversus haereses, 3.21.9
Εἰ μὴ γὰρ ὁ πατήρ ἐστιν, οὐδὲ ὁ υἱός
Si el Padre no existe, tampoco el Hijo
San Juan Damasceno, Expositio fidei, 4.18
Ποῦ ἐστιν ὁ πατήρ σου;
¿Dónde está tu Padre?
Juan, 8.19
El hombre de la antigüedad creía en la existencia del espíritu, que era el principio vital del semen, el espíritu de la vida.1 Los evangelistas pensaban que un espíritu podía entrar o salir del cuerpo humano (Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando, sal de él y no entres más en él, Mc 9.25; Mt 12.43), e incluso de los animales (entraron en los cerdos, Mc 5.13). Puesto que el Espíritu es el Hijo de Dios,2 a la hora de inventarse una historia del primogénito de Dios, los gnósticos pensaron que cuando Dios envió el Espíritu de su Hijo (Gál 4.6), este Espíritu descendió como una paloma sobre un hombre imaginario,3 y ahí es cuando comienza la historia. Como entró Satanás en Judas,4 el espíritu de Dios entró entonces, y no antes, en un hombre imaginario de Galilea,5 y quedó lleno de espíritu (πλήρης πνεύματος, Lc 4.1), del mismo modo que en la película Ghost el fantasma del protagonista entra en el cuerpo de la médium,6 por lo que ni él era ella ni ella era él. Es decir, ni el carpintero era Hijo de Dios ni el Hijo de Dios sabía manejar una sierra. De aquí que el evangelio de Marcos carezca de infancia de Jesús, que todavía no se había inventado, y la extrañeza y las preguntas que se hace el autor de Marcos: ¿De dónde tiene este estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada? ¿No es este el carpintero? (Mc 6.2), o la pregunta que se hace el autor de Juan: ¿Cómo sabe este letras, no habiendo estudiado? (Jn 7.15).
Estas preguntas indican que el autor estaba inmerso en el docetismo: es decir, estaba contando una historia que no había ocurrido nunca, pues veía el Espíritu del Hijo (τὸ πνεῦμα τοῦ υἱοῦ, Gál 4.6) como un alienígena en el cuerpo de un hombre imaginario, razón por la que los escribas de la historia ficticia de Jesús decían que tenía a Beelzebul, un espíritu inmundo (Mc 3.22,30).
Estas preguntas indican que el autor estaba inmerso en el docetismo: es decir, estaba contando una historia que no había ocurrido nunca, pues veía el Espíritu del Hijo (τὸ πνεῦμα τοῦ υἱοῦ, Gál 4.6) como un alienígena en el cuerpo de un hombre imaginario, razón por la que los escribas de la historia ficticia de Jesús decían que tenía a Beelzebul, un espíritu inmundo (Mc 3.22,30).
El docetismo del espíritu como una paloma que desciende mientras una voz de los cielos dice: Tú eres mi Hijo amado (Mc 1.10,11; par.) demostraba que esta historia no era verdadera, sino una fantasía, puesto que un espíritu no tiene carnes y huesos (Lc 24.39), ni plumas tampoco, y la única forma de eliminar el problema era trasladar la paloma del Espíritu al útero de una mujer. Pero esto, lejos de resolver el problema, lo hacía aún mayor, pues, según Orígenes, es imposible entender que la Sabiduría de Dios ha entrado en el coño de una mujer, y que ha nacido niño,7 pero no tan imposible si se creía que los espíritus podían entrar en una piara de gorrinos. Ahora era necesario inventarse un nacimiento virginal, a todas luces un mito tan absurdo como la inhabitación de un espíritu; y no solo esto, era necesario también inventarse dos nacimientos de Cristo, uno intemporal, el que ya tenía siendo primogénito de toda la creación (Col 1.15), y otro temporal, cuando nace como hombre; y además, inventarse la coexistencia de dos naturalezas distintas en una misma persona, lo que convertía a Dios en un cuerpo, cosa que era, según Orígenes, el súmmum del absurdo, pues la figura del cuerpo no contiene la imagen de Dios.8
Frente a las 16 veces que aparece en los evangelios la expresión su madre (ἡ μήτηρ αὐτοῦ),9 referida a María, la madre de Jesús (ἡ μήτηρ τοῦ Ἰησοῦ, Jn 2.1,3), como la llama el autor de Juan —aunque nunca la llama por su nombre—, nunca se dice en los evangelios que José fuera su padre. En el caso del evangelio de Juan esta ausencia es abrumadora, pues en él es usada quince veces la expresión mi Padre para referirse a Dios, pero ni una sola vez se menciona a un padre humano con la expresión su padre, referida a José. Si el Padre ama al Hijo (Jn 3.35; 5.20), y no la madre, y el autor de Juan dice dos veces la madre de Jesús, ¿qué problema había en decir el padre de Jesús, cosa que ni el autor de Juan ni los demás evangelistas, y mucho menos los autores de las epístolas, dicen nunca? Esto no podía ser una conspiración de silencio, sino la demostración de que la historia que narraban era completamente ficticia. Si los evangelios hubieran sido redactados con las miras puestas en un hombre histórico se tenía que haber dicho necesariamente en los textos alguna vez José su padre o el padre de Jesús, y más aún cuando se comprueba que los autores de los evangelios colocaban siempre al padre delante de la madre: Abraham, el cual es padre de todos nosotros (Ἀβραάμ, ὅς ἐστιν πατὴρ πάντων ἡμῶν, Ro 4.16), sois esperma de Abraham (τοῦ Ἀβραὰμ σπέρμα ἐστέ).10 Honra a tu padre y a tu madre. Τίμα τὸν πατέρα σου καὶ τὴν μητέρα σου, Mc 7.10; 10.19; par). Honro a mi Padre (Jn 8.49), pero los evangelistas nunca honraron al padre de Jesús, al que no concedieron ni una sola vez la palabra, y eso que el autor de Lucas concede al padre de Juan y a la madre de Jesús dos largos sermones, y Zacarías, incluso estando mudo, puede recurrir a la pizarra cuando le preguntan el nombre de su hijo, y al instante se abrió su boca (Lc 1.62-67), pero José tiene siempre su boca cerrada, para que no le entrara un espíritu con forma de mosca. Y el José que se inventa el autor de Mateo también está mudo como una piedra, y se limita a obedecer las órdenes de un ángel. Si él concedía la palabra a un ángel parlanchín en varias ocasiones (como también hace el autor de Lucas), y no a su padre, es evidente que el evangelista está fantaseando y ni existía el padre ni existía el hijo. Y si en el evangelio de Juan se halla dos veces la efímera mención del hijo de José, en este evangelio Jesús habla con un desconocido Nicodemo, con una mujer samaritana y con los judíos que le salían al paso. ¿Por qué entonces, si el Padre es mayor que yo (Jn 14.28), nunca habla con su padre, como los hijos de los ficticios patriarcas hablaban con sus padres?11
Si el autor de Marcos emplea la expresión el padre de Alejandro y de Rufo (Mc 15.21, de forma innecesaria, pues esta referencia se suprime en Mateo y en Lucas), y en los Hechos se emplea la expresión el padre de Publio (τὸν πατέρα τοῦ Ποπλίου, 28.8), ¿por qué nunca se emplea la sencilla y natural expresión el padre de Jesús? ¿Es que el padre de Jesús nunca se puso enfermo, como el padre de Publio? Y si ellos decían el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo (ὁ θεὸς καὶ πατὴρ τοῦ κυρίου ἡμῶν Ἰησοῦ χριστοῦ),12 con mayor razón tenían que haber mencionado necesariamente a José su padre si Jesús hubiera existido. Pero esto nunca se dice en los evangelios ni en las epístolas. Por tanto, Jesús no tenía un padre humano, cosa que confirman unánimente todos los escritores cristianos primitivos, y nunca existió. Habéis conocido al Padre, ἐγνώκατε τὸν πατέρα (1Jn 2.14). En efecto, ellos conocieron al Padre, pero el mundo no conoció al Hijo: Nadie conoce al Hijo. Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre (Mt 11.27; Jn 1.10; 8.19). Porque ¿quien conoce al Hijo antes de nacer, cuando solo es puro Semen y Espíritu de la vida del Falo divino?
Cuatro veces aparece en los evangelios la declaración de que Jesús era hijo de José, dos en Lucas y dos en Juan. Dos de ellas como una pregunta negativa y no como una afirmación positiva. De las dos de Lucas, la primera se cae por sí sola, pues aparece formando parte de una ficticia genealogía que se remonta hasta Adán y Dios. La segunda es claramente una invención del evangelista, pues no aparece en Marcos ni en Mateo en el mismo pasaje.
Si no tenemos en cuenta la afirmación del evangelio de Lucas: hijo, según se creía, de José (υἱὸς, ὡς ἐνομίζετο, Ἰωσήφ, Lc 3.23), que forma parte de su ficticia genealogía,13 y mediatizada por el según se creía, el evangelio de Juan es el único que contiene una sola vez y al principio del mismo la afirmación positiva y directa de que Jesús es el hijo de José. Pero el autor de Juan le ha colocado previamente, durante la visita de la paloma y sin conocerlo, la corona celestial del Hijo de Dios, y sin mediar ninguna razón, le otorga el título de Mesías, que traducido es Cristo (Jn 1.41), y afirma explícitamente que hemos hallado al que escribió Moisés en la Ley, y los profetas: a Jesús, el hijo de José (Ὃν ἔγραψε Μωϋσῆς ἐν τῷ νόμῳ καὶ οἱ προφῆται, εὑρήκαμεν, Ἰησοῦν τὸν υἱὸν τοῦ Ἰωσὴφ, Jn 1.45). Antes de decir que Jesús es el hijo de José quien escribió el evangelio de Juan se aseguró de decir que Jesús era una ficción literaria, es decir, Jesús solo era hijo de José en la misma medida en que era el que escribió Moisés, pues un hombre real no puede hallarse en unas escrituras que sean anteriores a él, cosa que el evangelista subraya en varias ocasiones: porque de mí escribió él (Jn 5.39,46). El autor del evangelio de Juan era totalmente consciente de que no estaba describiendo hechos reales, sino ficciones. Por esto se permite decir lo que nunca se dice en el evangelio de Mateo, a pesar de que éste contiene una ficticia genealogía del Hijo de Dios que termina en José.
Fuera de los relatos de la infancia, el padre de Jesús nunca interviene en los evangelios. El evangelio de Marcos falla en este punto esencial. En este evangelio, que es el más antiguo, nunca se menciona a un José ni a ningún hombre que fuera el padre de Jesús, a pesar de mencionar a un José de Arimatea (dos veces, Mc 15.43,45), a su hermano José (Mc 6.3), a la madre de José (dos veces, Mc 15.40,47), a varios padres humanos, y varias veces a su Padre celestial (τοῦ πατρὸς αὐτοῦ).14 Y si a lo largo del texto del evangelio se mencionan a su padre Zebedeo (τὸν πατέρα αὐτῶν Ζεβεδαῖον, Mc 1.20), al padre de la niña y a la madre (Mc 5.40), al padre del niño lunático (Mc 9.21,24), y al padre de Alejandro y de Rufo (τὸν πατέρα Ἀλεξάνδρου καὶ Ῥούφου, Mc 15.21), ¿qué problema habría en que mencionara a su padre terrenal si el autor de Marcos estaba narrando una historia real y no ficticia?
Al igual que para el autor de Juan, para el de Marcos Jesús era una pura ficción literaria, pues el evangelista se basaba en lo que dicen los escribas (οἱ γραμματεῖς): ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? David mismo lo llama Señor, ¿y por dónde es hijo suyo? (Mc 12.35-40). Es evidente que el evangelista estaba negando que Jesús fuera hijo de David ni de ningún padre en sentido literal, pues nunca habría formulado esta pregunta si tuviera en su mente a un hombre histórico. Copiando a Marcos, el autor de Mateo formula la pregunta ¿De quién es hijo? el Cristo (Mt 22.42-46), pero añade gustosamente que nadie podía responder a la pregunta que formula el autor de Marcos, lo cual habría sido muy fácil para él si estuviera hablando de un hombre real, pues acababa de inventarse la genealogía que, según la epístola a los Hebreos, nunca tuvo el Hijo de Dios: sin padre, sin madre, sin genealogía, que ni tiene principio de días ni fin de vida, hecho semejante al Hijo de Dios (Heb 7.3).
El autor de Marcos ignora completamente que el Hijo de Dios tuviera un padre terrenal, y no solo lo ignora, sino que rechaza dárselo, pues dice que era hijo de María (ὁ υἱὸς Μαρίας // ὁ υἱὸς τῆς Μαρίας, Mc 6.3), aunque sea en una pregunta negativa, cuando lo lógico habría sido que dijera que era hijo de José, pues un hijo se identificaba siempre como hijo de su padre antes que de su madre, y así lo hacen los mismos evangelistas cuando hablan de los hijos de Zebedeo (οἱ υἱοὶ Ζεβεδαίου),15 de Juan, el hijo de Zacarías (Ἰωάννην τὸν Ζαχαρίου υἱὸν, Lc 3.2), o de Simón, el hijo de Jonás (Σίμων ὁ υἱὸς Ἰωνᾶ, Jn 1.42). Incluso aunque se mencione a la madre, el hijo seguía siendo hijo de su padre, y así en Mateo se dice dos veces la madre de los hijos de Zebedeo (ἡ μήτηρ τῶν υἱῶν Ζεβεδαίου, Mt 20.20; 27.56). En los libros del Antiguo Testamento se hallan muchísimos ejemplos que demuestran que el hijo se identificaba siempre por el nombre del padre y no por el de la madre, por ejemplo: Jesús, hijo de Nave (Ἰησοῦς υἱὸς Ναυη)16 :
Frente a las 16 veces que aparece en los evangelios la expresión su madre (ἡ μήτηρ αὐτοῦ),9 referida a María, la madre de Jesús (ἡ μήτηρ τοῦ Ἰησοῦ, Jn 2.1,3), como la llama el autor de Juan —aunque nunca la llama por su nombre—, nunca se dice en los evangelios que José fuera su padre. En el caso del evangelio de Juan esta ausencia es abrumadora, pues en él es usada quince veces la expresión mi Padre para referirse a Dios, pero ni una sola vez se menciona a un padre humano con la expresión su padre, referida a José. Si el Padre ama al Hijo (Jn 3.35; 5.20), y no la madre, y el autor de Juan dice dos veces la madre de Jesús, ¿qué problema había en decir el padre de Jesús, cosa que ni el autor de Juan ni los demás evangelistas, y mucho menos los autores de las epístolas, dicen nunca? Esto no podía ser una conspiración de silencio, sino la demostración de que la historia que narraban era completamente ficticia. Si los evangelios hubieran sido redactados con las miras puestas en un hombre histórico se tenía que haber dicho necesariamente en los textos alguna vez José su padre o el padre de Jesús, y más aún cuando se comprueba que los autores de los evangelios colocaban siempre al padre delante de la madre: Abraham, el cual es padre de todos nosotros (Ἀβραάμ, ὅς ἐστιν πατὴρ πάντων ἡμῶν, Ro 4.16), sois esperma de Abraham (τοῦ Ἀβραὰμ σπέρμα ἐστέ).10 Honra a tu padre y a tu madre. Τίμα τὸν πατέρα σου καὶ τὴν μητέρα σου, Mc 7.10; 10.19; par). Honro a mi Padre (Jn 8.49), pero los evangelistas nunca honraron al padre de Jesús, al que no concedieron ni una sola vez la palabra, y eso que el autor de Lucas concede al padre de Juan y a la madre de Jesús dos largos sermones, y Zacarías, incluso estando mudo, puede recurrir a la pizarra cuando le preguntan el nombre de su hijo, y al instante se abrió su boca (Lc 1.62-67), pero José tiene siempre su boca cerrada, para que no le entrara un espíritu con forma de mosca. Y el José que se inventa el autor de Mateo también está mudo como una piedra, y se limita a obedecer las órdenes de un ángel. Si él concedía la palabra a un ángel parlanchín en varias ocasiones (como también hace el autor de Lucas), y no a su padre, es evidente que el evangelista está fantaseando y ni existía el padre ni existía el hijo. Y si en el evangelio de Juan se halla dos veces la efímera mención del hijo de José, en este evangelio Jesús habla con un desconocido Nicodemo, con una mujer samaritana y con los judíos que le salían al paso. ¿Por qué entonces, si el Padre es mayor que yo (Jn 14.28), nunca habla con su padre, como los hijos de los ficticios patriarcas hablaban con sus padres?11
Si el autor de Marcos emplea la expresión el padre de Alejandro y de Rufo (Mc 15.21, de forma innecesaria, pues esta referencia se suprime en Mateo y en Lucas), y en los Hechos se emplea la expresión el padre de Publio (τὸν πατέρα τοῦ Ποπλίου, 28.8), ¿por qué nunca se emplea la sencilla y natural expresión el padre de Jesús? ¿Es que el padre de Jesús nunca se puso enfermo, como el padre de Publio? Y si ellos decían el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo (ὁ θεὸς καὶ πατὴρ τοῦ κυρίου ἡμῶν Ἰησοῦ χριστοῦ),12 con mayor razón tenían que haber mencionado necesariamente a José su padre si Jesús hubiera existido. Pero esto nunca se dice en los evangelios ni en las epístolas. Por tanto, Jesús no tenía un padre humano, cosa que confirman unánimente todos los escritores cristianos primitivos, y nunca existió. Habéis conocido al Padre, ἐγνώκατε τὸν πατέρα (1Jn 2.14). En efecto, ellos conocieron al Padre, pero el mundo no conoció al Hijo: Nadie conoce al Hijo. Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre (Mt 11.27; Jn 1.10; 8.19). Porque ¿quien conoce al Hijo antes de nacer, cuando solo es puro Semen y Espíritu de la vida del Falo divino?
Cuatro veces aparece en los evangelios la declaración de que Jesús era hijo de José, dos en Lucas y dos en Juan. Dos de ellas como una pregunta negativa y no como una afirmación positiva. De las dos de Lucas, la primera se cae por sí sola, pues aparece formando parte de una ficticia genealogía que se remonta hasta Adán y Dios. La segunda es claramente una invención del evangelista, pues no aparece en Marcos ni en Mateo en el mismo pasaje.
Si no tenemos en cuenta la afirmación del evangelio de Lucas: hijo, según se creía, de José (υἱὸς, ὡς ἐνομίζετο, Ἰωσήφ, Lc 3.23), que forma parte de su ficticia genealogía,13 y mediatizada por el según se creía, el evangelio de Juan es el único que contiene una sola vez y al principio del mismo la afirmación positiva y directa de que Jesús es el hijo de José. Pero el autor de Juan le ha colocado previamente, durante la visita de la paloma y sin conocerlo, la corona celestial del Hijo de Dios, y sin mediar ninguna razón, le otorga el título de Mesías, que traducido es Cristo (Jn 1.41), y afirma explícitamente que hemos hallado al que escribió Moisés en la Ley, y los profetas: a Jesús, el hijo de José (Ὃν ἔγραψε Μωϋσῆς ἐν τῷ νόμῳ καὶ οἱ προφῆται, εὑρήκαμεν, Ἰησοῦν τὸν υἱὸν τοῦ Ἰωσὴφ, Jn 1.45). Antes de decir que Jesús es el hijo de José quien escribió el evangelio de Juan se aseguró de decir que Jesús era una ficción literaria, es decir, Jesús solo era hijo de José en la misma medida en que era el que escribió Moisés, pues un hombre real no puede hallarse en unas escrituras que sean anteriores a él, cosa que el evangelista subraya en varias ocasiones: porque de mí escribió él (Jn 5.39,46). El autor del evangelio de Juan era totalmente consciente de que no estaba describiendo hechos reales, sino ficciones. Por esto se permite decir lo que nunca se dice en el evangelio de Mateo, a pesar de que éste contiene una ficticia genealogía del Hijo de Dios que termina en José.
Fuera de los relatos de la infancia, el padre de Jesús nunca interviene en los evangelios. El evangelio de Marcos falla en este punto esencial. En este evangelio, que es el más antiguo, nunca se menciona a un José ni a ningún hombre que fuera el padre de Jesús, a pesar de mencionar a un José de Arimatea (dos veces, Mc 15.43,45), a su hermano José (Mc 6.3), a la madre de José (dos veces, Mc 15.40,47), a varios padres humanos, y varias veces a su Padre celestial (τοῦ πατρὸς αὐτοῦ).14 Y si a lo largo del texto del evangelio se mencionan a su padre Zebedeo (τὸν πατέρα αὐτῶν Ζεβεδαῖον, Mc 1.20), al padre de la niña y a la madre (Mc 5.40), al padre del niño lunático (Mc 9.21,24), y al padre de Alejandro y de Rufo (τὸν πατέρα Ἀλεξάνδρου καὶ Ῥούφου, Mc 15.21), ¿qué problema habría en que mencionara a su padre terrenal si el autor de Marcos estaba narrando una historia real y no ficticia?
Al igual que para el autor de Juan, para el de Marcos Jesús era una pura ficción literaria, pues el evangelista se basaba en lo que dicen los escribas (οἱ γραμματεῖς): ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? David mismo lo llama Señor, ¿y por dónde es hijo suyo? (Mc 12.35-40). Es evidente que el evangelista estaba negando que Jesús fuera hijo de David ni de ningún padre en sentido literal, pues nunca habría formulado esta pregunta si tuviera en su mente a un hombre histórico. Copiando a Marcos, el autor de Mateo formula la pregunta ¿De quién es hijo? el Cristo (Mt 22.42-46), pero añade gustosamente que nadie podía responder a la pregunta que formula el autor de Marcos, lo cual habría sido muy fácil para él si estuviera hablando de un hombre real, pues acababa de inventarse la genealogía que, según la epístola a los Hebreos, nunca tuvo el Hijo de Dios: sin padre, sin madre, sin genealogía, que ni tiene principio de días ni fin de vida, hecho semejante al Hijo de Dios (Heb 7.3).
El autor de Marcos ignora completamente que el Hijo de Dios tuviera un padre terrenal, y no solo lo ignora, sino que rechaza dárselo, pues dice que era hijo de María (ὁ υἱὸς Μαρίας // ὁ υἱὸς τῆς Μαρίας, Mc 6.3), aunque sea en una pregunta negativa, cuando lo lógico habría sido que dijera que era hijo de José, pues un hijo se identificaba siempre como hijo de su padre antes que de su madre, y así lo hacen los mismos evangelistas cuando hablan de los hijos de Zebedeo (οἱ υἱοὶ Ζεβεδαίου),15 de Juan, el hijo de Zacarías (Ἰωάννην τὸν Ζαχαρίου υἱὸν, Lc 3.2), o de Simón, el hijo de Jonás (Σίμων ὁ υἱὸς Ἰωνᾶ, Jn 1.42). Incluso aunque se mencione a la madre, el hijo seguía siendo hijo de su padre, y así en Mateo se dice dos veces la madre de los hijos de Zebedeo (ἡ μήτηρ τῶν υἱῶν Ζεβεδαίου, Mt 20.20; 27.56). En los libros del Antiguo Testamento se hallan muchísimos ejemplos que demuestran que el hijo se identificaba siempre por el nombre del padre y no por el de la madre, por ejemplo: Jesús, hijo de Nave (Ἰησοῦς υἱὸς Ναυη)16 :
τὸν Ἰησοῦν υἱὸν Ναυη ἄνθρωπον ὃς ἔχει πνεῦμα ἐν ἑαυτῷ. Núm 27.18
a Jesús, hijo de Nave, hombre que tiene espíritu en sí.
καὶ Ἰησοῦς υἱὸς Ναυη ἐνεπλήσθη πνεύματος συνέσεως. Dt 34.9
y Jesús, hijo de Nave, fue lleno de espíritu de sabiduría.
καὶ εἶπεν κύριος τῷ Ἰησοῖ υἱῷ Ναυη. Jo 5.9
y dijo el Señor a Jesús, hijo de Nave.
κατὰ τὸ ῥῆμα κυρίου ὃ ἐλάλησεν ἐν χειρὶ Ιησου υἱοῦ Ναυη, 1Re 16.34
según la palabra del Señor que habló por mano de Jesús, hijo de Nave.
κατὰ τὸ ῥῆμα κυρίου θεοῦ ισραηλ ὃ ὃ ἐλάλησεν ἐν χειρὶ δούλου αὐτοῦ Ιωνα υἱοῦ Αμαθι, 2Re 14.25
según la palabra del Señor, Dios de Israel, que habló por mano de su siervo Jonás, hijo de Amathi.
καὶ ἔλαβεν ὁ λαὸς τῆς γῆς τὸν Ιωαχας υἱὸν Ιωσιου καὶ ἔχρισαν αὐτὸν καὶ ἐβασίλευσαν αὐτὸν ἀντὶ τοῦ πατρὸς αὐτοῦ. 2Re 23.30
y tomó el pueblo de la tierra a Joacaz, hijo de Josías, y lo ungieron y lo hicieron rey en lugar de su padre.
Ιου υἱὸν Ναμεσσι χριστὸν κυρίου. 2Cró 22.7
Jehú, hijo de Namsi, ungido del Señor.
Asimismo, es muy frecuente y común en los textos mencionar el padre de alguien por su nombre, de la siguiente forma:
En nominativo:
Amasías su padre (Αμεσσιας ὁ πατὴρ αὐτοῦ, 2Re 15.3; 2Cr 26.4).
Ozías su padre (Οζιας ὁ πατὴρ αὐτοῦ, 2Re 15.34; 2Cro 27.2).
Ezequías su padre (Εζεκιας ὁ πατὴρ αὐτοῦ, 2Re 21.3; 2Cro 33.3).
Manasés su padre (Μανασσης ὁ πατὴρ αὐτοῦ, 2Re 21.20; 2Cr 33.22,23).
En acusativo:
Isaac su padre (Ισαακ τὸν πατέρα αὐτοῦ Gén 31.18; 35.27),
Jacob su padre (Ιακωβ τὸν πατέρα αὐτοῦ Gén 47.7; Hechos 7.14).
En genitivo:
ἐν ὁδῷ Αχααβ τοῦ πατρὸς αὐτοῦ καὶ ἐν ὁδῷ Ιεζαβελ τῆς μητρὸς αὐτοῦ 1Re 22.53
en el camino de Acab su padre y en el camino de Jezabel su madre.
Como puede verse, los evangelistas tenían muchos ejemplos a los que acudir si hubieran estado escribiendo una historia real. Puesto que los evangelistas han usado la expresión Herodes su padre (Ἡρῴδου τοῦ πατρὸς αὐτοῦ, Mt 2.22), y Zacarías su padre (Ζαχαρίας ὁ πατὴρ αὐτοῦ, Lc 1.67), si ellos no utilizan nunca la expresión José su padre se deduce que este padre no existía. Los evangelistas fallan en este punto esencial, lo que demuestra que ellos no estaban contando una historia real.
De Marcos a Mateo y a Lucas, y de aquí a Juan, la secuencia de la invención del hijo divino de José es esta:
Οὐχ οὗτός ἐστιν ὁ τέκτων, ὁ υἱὸς τῆς Μαρίας,
¿No es este el carpintero, el hijo de María? Mc 6.3
Οὐχ οὗτός ἐστιν ὁ τοῦ τέκτονος υἱός;
No es este el hijo del carpintero? Mt 13.55
Οὐχ οὗτός ἐστιν ὁ υἱὸς Ἰωσὴφ; Lc 4.22
¿No es este el hijo de José?
Οὐχ οὗτός ἐστιν Ἰησοῦς ὁ υἱὸς Ἰωσήφ,
¿No es este Jesús, el hijo de José? Jn 6.42
Aristóteles había comparado la acción del esperma con la del carpintero (ὁ τέκτων) y el alfarero (ὁ κεραμεύς) sobre la materia, el elemento femenino,17 y el autor de la epístola a los Romanos ha comparado a Dios con un alfarero (Ro 9.21).
Ni el autor de Lucas ni el de Juan mencionan nunca a ningún carpintero, lo cual es otro indicio de que aquí cada uno se inventaba la historia según le parecía y no escribiendo una historia real.
Cuando el autor de Mateo copió este pasaje de Marcos cambió el carpintero (ὁ τέκτων) por el hijo del carpintero (ὁ τοῦ τέκτονος υἱός, Mt 13.55), y eliminó el hijo de María. Pero el autor de Mateo nunca antes ha dicho que José fuera carpintero, así que ¿cómo sabría el lector que se refería a José, si nunca dice que éste sea su padre? El evangelista nunca usa la expresión el hijo de José, ni nunca se refiere al padre de Jesús llamándolo su padre, como sería de esperar, pues se ha inventado una genealogía del Hijo de Dios que termina en José, y a menudo se refiere al ficticio Padre celestial de Jesús, al que éste llama ¡16 veces! mi Padre (ὁ πατήρ μου).18 El evangelista utiliza siete veces la expresión su madre (ἡ μήτηρ αὐτοῦ) referida a María, todas en el relato de la infancia,19 excepto una (Mt 13.55, que sustituye al hijo de María, y que se ha ido con el carpintero), pero nunca usa la expresión su padre referida a José, aunque la usa seis veces en otros casos distintos, dos de ellos referidos a Dios: de su Padre (τοῦ πατρὸς αὐτοῦ).20
Puesto que el autor de Mateo habla de los hijos de Zebedeo (τῶν υἱῶν Ζεβεδαίου, τοὺς δύο υἱοὺς Ζεβεδαίου),21 y llama a Jesús ocho veces hijo de David (υἱὸς Δαυίδ),22 e incluso a José (Mt 1.20), ¿qué problema tendría en decir que Jesús era hijo de José, cosa que nunca dice? Y puesto que dice, en el mismo relato de la infancia, su padre Herodes, τοῦ πατρὸς αὐτοῦ Ἡρῴδου (Mt 2.22), ¿qué problema habría en que hubiera dicho su padre José, si en tres ocasiones ha dicho su madre María (τῆς μητρὸς αὐτοῦ Μαρίας)?23 El único problema que podía haber era que el padre de Jesús, y por tanto Jesús mismo, no existían realmente, dado que era obligatorio mencionarlo, y no había nada que se lo impidiera, como lo demuestra la versión de Lucas, que es formalmente la correcta, y que suprime la referencia a la madre y la retahila innecesaria de los hermanos.
Pero a Lucas le son aplicables los mismos criterios que a Mateo, pues incurre en los mismos fallos que revelan una realidad mítica, y no histórica. Es más, en el caso de este evangelio el problema se agrava, porque siendo el único de los sinópticos donde se usa la expresión el hijo de José (ὁ υἱὸς Ἰωσήφ, Lc 4.22), si el autor del mismo utiliza varias veces la expresión su padre (referida a David y a Zacarías),24 y también, al igual que en Mateo, en otros casos distintos,25 ¿qué motivo tendría para no usar nunca la expresión José su padre? Puesto que el autor de Lucas usa la expresión María su madre (Μαριὰμ τὴν μητέρα αὐτοῦ, Lc 2.34), y además tres veces la llama su madre (ἡ μήτηρ αὐτοῦ, Lc 2.33,48,51), y dado que menciona tres veces de esta forma al padre de Juan (de su padre Zacarías, τοῦ πατρὸς αὐτοῦ Ζαχαρίαν / a su padre, τῷ πατρὶ αὐτοῦ / Zacarías su padre, Ζαχαρίας ὁ πατὴρ αὐτοῦ, Lc 1.59,62,67), y otras tantas veces al padre del hijo pródigo (ὁ πατὴρ αὐτοῦ, su padre, Lc 15.20,bis,28), el único motivo era que este padre no existía en su mente ni en la realidad, y la historia que estaba contando era completamente inventada.
Texto de Lucas, 2.33,34 en el Codex Alexandrinus, donde he subrayado las palabras:
OΪWCHΦKAIHMHPAYTOY Literalmente: el José y la madre de él (José y su madre).
MAPIAMTHNMPAAYTOY Literalmente: a María la madre de él (a María su madre).
Abajo, el mismo texto en el Codex Seidelianus I (Harley 5684). Sin el artículo en Ἰωσὴφ.
La lectura de Lucas 2.33 que traen algunos códices,26 como el Sinaiticus o el Vaticanus, es muy discutible, pues otros muchos códices traen la lectura canónica, entre ellos el Alexandrinus y la mayoría de los manuscritos bizantinos. La lectura del Textus receptus es más inusual y extraña, y quizás el texto fue manipulado solo por razones estilísticas, pues esta era la lectura habitual en otros textos (ὁ πατὴρ αὐτοῦ καὶ ἡ μήτηρ αὐτοῦ),27 y el autor de Lucas ha dejado muy claro el origen celestial de Jesús, ficticio y no humano. Aunque el evangelista habla de Zacarías su padre y de David su padre (Δαυὶδ τοῦ πατρὸς αὐτοῦ, Lc 1.32), nunca dice José su padre, que habría sido lo natural y necesario si no estuviera inventándose lo que narraba. La lectura su padre en Lucas 2.33 no está apoyada por los demás evangelios, pues nunca jamás se dice en ellos que José sea su padre, a pesar de mencionar 16 veces a su madre. Los evangelistas ignoran totalmente que Jesús tuviera un padre humano, y han colocado en su lugar a un omnipresente Padre divino: No llaméis padre vuestro (a nadie) sobre la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos (Mt 23.8).28 El mismo texto del evangelio de Lucas desmiente esta lectura por varias razones. El autor de Lucas, como los otros evangelistas, concedía la máxima importancia al padre y no a la madre, como lo demuestra con creces la parábola del hijo pródigo, pero inmediatamente después de 2.33 un desconocido llamado Simeón se dirige a su madre María, y no a su padre, que habría sido lo propio, tanto si el texto dijera su padre como si no. Y poco después el evangelista hace hablar a su madre, y no a su padre, y en este caso la extraña contestación sobre la necesidad de estar en las cosas de mi Padre (ἐν τοῖς τοῦ πατρός μου, Lc 2.49) exigía que fuera el padre el que hablara y no la madre, si para el evangelista lo importante eran las cosas del Padre. Por si fuera poco, este Padre ficticio volverá a aparecer otras veces, mencionado también como mi Padre (ὁ πατήρ μου, Lc 10.22; 22.29; 24.49), pero nunca en el desarrollo posterior del texto se utiliza esta misma expresión para referirse a José, que es tratado como si no existiera, al igual que en los demás evangelios. En la mente del evangelista no existía ningún padre de Jesús, excepto el divino, y por tanto él estaba recreando una ficción y no describiendo una realidad.
NOTAS
1. τοῦ πνεύματος τῆς ζωῆς, Ro 8.2.
El semen contenía espíritu, no espermatozoides, y este espíritu se identificaba con el alma, razón por la que semen y alma se identificaban.
Véanse las páginas Identidad y diferencia del semen y el alma, y Semen del espíritu y espíritu del semen.
2. τὸ πνεῦμα ὁ υἱὸς τοῦ θεοῦ ἐστιν, Pastor de Hermas, P9 1.1.
Estamos a mediados del siglo II, y no antes.
3. Καὶ μετὰ τὸ βάπτισμα κατελθεῖν εἰς αὐτὸν τῆς ὑπὲρ τὰ ὅλα αὐθεντίας, τὸν Χριστὸν ἐν εἴδει περιστερᾶς· καὶ τότε κηρῦξαι τὸν ἄγνωστον πατέρα, καὶ δυνάμεις ἐπιτελέσαι, πρὸς δὲ τῷ τέλει, ἀποστῆναι τὸν Χριστὸν ἀπὸ τοῦ Ἰησοῦ. San Ireneo, Adversus haereses, 1.26.1.
Y después del bautismo descendió en él (en Jesús), desde la Potestad sobre todas las cosas, el Cristo en forma de paloma; y entonces anunció al Padre desconocido, y realizó milagros, y por fin el Cristo se fue volando de Jesús.
Quoniam autem sunt qui dicunt Jesum quidem receptaculum Christi fuisse, in quem desuper quasi columbam descendisse Christum. San Ireneo, Adversus haereses, 3.16.1.
Porque están los que dicen que Jesús fue ciertamente un receptáculo de Cristo, en el cual descendió Cristo de arriba como una paloma.
4. Intravit autem Satanas in Judam (Lc 22.3). Un símbolo nominal obvio, pues los judíos eran hijos del Diablo (Jn 8.44; 1Jn 3.10), incluido Jesús, pues se supone que era judío.
El semen contenía espíritu, no espermatozoides, y este espíritu se identificaba con el alma, razón por la que semen y alma se identificaban.
Véanse las páginas Identidad y diferencia del semen y el alma, y Semen del espíritu y espíritu del semen.
2. τὸ πνεῦμα ὁ υἱὸς τοῦ θεοῦ ἐστιν, Pastor de Hermas, P9 1.1.
Estamos a mediados del siglo II, y no antes.
3. Καὶ μετὰ τὸ βάπτισμα κατελθεῖν εἰς αὐτὸν τῆς ὑπὲρ τὰ ὅλα αὐθεντίας, τὸν Χριστὸν ἐν εἴδει περιστερᾶς· καὶ τότε κηρῦξαι τὸν ἄγνωστον πατέρα, καὶ δυνάμεις ἐπιτελέσαι, πρὸς δὲ τῷ τέλει, ἀποστῆναι τὸν Χριστὸν ἀπὸ τοῦ Ἰησοῦ. San Ireneo, Adversus haereses, 1.26.1.
Y después del bautismo descendió en él (en Jesús), desde la Potestad sobre todas las cosas, el Cristo en forma de paloma; y entonces anunció al Padre desconocido, y realizó milagros, y por fin el Cristo se fue volando de Jesús.
Quoniam autem sunt qui dicunt Jesum quidem receptaculum Christi fuisse, in quem desuper quasi columbam descendisse Christum. San Ireneo, Adversus haereses, 3.16.1.
Porque están los que dicen que Jesús fue ciertamente un receptáculo de Cristo, en el cual descendió Cristo de arriba como una paloma.
4. Intravit autem Satanas in Judam (Lc 22.3). Un símbolo nominal obvio, pues los judíos eran hijos del Diablo (Jn 8.44; 1Jn 3.10), incluido Jesús, pues se supone que era judío.
5. La historia se situó en Galilea para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías (Is 9.1,2; Mt 4.12-16; Lc 1.79).
6. Sin respetar ni siquiera la diferencia de sexo, con lo cual se produce una escena lésbica. Por cierto, los discípulos confunden a Jesús con un fantasma (φάντασμα ἐστιν, Mc 6.49; Mt 14.26), lo que demuestra que los evangelistas eran conscientes de que estaban narrando fantasías.
El espíritu de Dios entra, en efecto, en el cuerpo de una mujer cuando un hombre eyacula su semen divino en ella.
7. ingressa esse dei sapientia vulvam feminae et nasci parvulus, De principiis 2.6.2.
8. incurrent etiam in illud absurdum quod Deum corporeum esse dicant, De principiis 2.4.3.
Incurren también en el absurdo de decir que Dios es corpóreo.
Non enim corporis figmentum Dei imaginem continet, Hom. in Genesim, 1.13.
Incurren también en el absurdo de decir que Dios es corpóreo.
Non enim corporis figmentum Dei imaginem continet, Hom. in Genesim, 1.13.
9. 7 (Mateo) + 1(Marcos) + 4 (Lucas) + 4 /o 5 (Juan).
10. Gál 3.29; Ro 4.13; 9.7; Heb 2.12; Jn 8.33,37.
10. Gál 3.29; Ro 4.13; 9.7; Heb 2.12; Jn 8.33,37.
11. Por ejemplo:
εἶπεν δὲ Ισαακ πρὸς Αβρααμ τὸν πατέρα αὐτοῦ, Gén 22.7
y dijo Isaac a Abraham su padre
εἶπεν δὲ Συχεμ πρὸς Εμμωρ τὸν πατέρα αὐτοῦ, Gén 34.4
y dijo Siquem a Hemor su padre
εἶπεν δὲ Ιουδας πρὸς Ισραηλ τὸν πατέρα αὐτοῦ, Gén 43.8
y dijo Judá a Israel su padre
εἶπεν δὲ Ισαακ πρὸς Αβρααμ τὸν πατέρα αὐτοῦ, Gén 22.7
y dijo Isaac a Abraham su padre
εἶπεν δὲ Συχεμ πρὸς Εμμωρ τὸν πατέρα αὐτοῦ, Gén 34.4
y dijo Siquem a Hemor su padre
εἶπεν δὲ Ιουδας πρὸς Ισραηλ τὸν πατέρα αὐτοῦ, Gén 43.8
y dijo Judá a Israel su padre
12. Ro 15.6; 2Co 1.3; 11.31; Ef 1.3; Col 1.3; 1Pe 1.3.
13. Esta suposición sería lo normal si Jesús hubiera existido realmente, pero el mismo evangelista la desmiente explícitamente: No conozco varón (Lc 1.34). Jesús, como Adán, era Hijo de Dios (Lc 3.38), y no de José, y este mito era afirmado y reafirmado por todos los autores cristianos, incluida la analogía con el mito de Adán (Ro 5.14; 1Co 15.45).
Sobre este «ὡς ἐνομίζετο» san Epifanio decía que lo que se cree no es verdadero, y que José no era su padre porque no tuvo unión con María (τὸ δὲ νομίζεσθαι οὐκ ἀληθές ἐστιν..., οὐκ ἦν δὲ πατὴρ ὁ μὴ πρὸς τὴν Μαριὰμ ἐσχηκὼς συνάφειαν. Panarion, 2.51.10). Esta forma explícita de exponer el mito demuestra que la historia de Jesús era ficticia.
13. Esta suposición sería lo normal si Jesús hubiera existido realmente, pero el mismo evangelista la desmiente explícitamente: No conozco varón (Lc 1.34). Jesús, como Adán, era Hijo de Dios (Lc 3.38), y no de José, y este mito era afirmado y reafirmado por todos los autores cristianos, incluida la analogía con el mito de Adán (Ro 5.14; 1Co 15.45).
Sobre este «ὡς ἐνομίζετο» san Epifanio decía que lo que se cree no es verdadero, y que José no era su padre porque no tuvo unión con María (τὸ δὲ νομίζεσθαι οὐκ ἀληθές ἐστιν..., οὐκ ἦν δὲ πατὴρ ὁ μὴ πρὸς τὴν Μαριὰμ ἐσχηκὼς συνάφειαν. Panarion, 2.51.10). Esta forma explícita de exponer el mito demuestra que la historia de Jesús era ficticia.
Es muy posible que esta genealogía no formara parte del texto primitivo de Lucas, pues, aunque otros importantes códices la contienen (Alexandrinus, Sinaiticus, Vaticanus), el Codex Washingtonianus no la tiene. El copista que escribió este códice manejaba un texto de Lucas que no contenía la genealogía, pues no es probable que él la eliminara por gusto, dado que ha escrito completa la de Mateo. La genealogía debió de incrustarse mucho después como una cuña extraña en el texto, como lo demuestra la continuidad que hay en el evangelio de Mateo entre la visita de la paloma celestial y la entrevista con el Diablo, y que se corresponden con Lucas. Como puede verse, el copista salta directamente de Lucas 3.23: siendo hijo, según se creía, de José (WΝΥΪΟCWC // ENOMEIZETOΪWCHΦ) a Lucas 4.1: Jesús, lleno del Espíritu santo ( ICΔEΠΛHPHCΠNCAΓIOY).
14. Marcos, 8.38, 11.25,26; 13.32, 14.36.
15. Mc 10.35; Mt 26.37; Lc 5.10.
16. Núm 32.12; Deut 1.38; Jue 2.8; Neh 8.17; Jo 5.9.
17. ὥστ᾽ ἀνάγκη ἐν τῷ θήλει ὑπάρχειν τὸν τόκον· καὶ γὰρ πρὸς τῷ ξύλῳ ὁ τέκτων καὶ πρὸς τῷ πηλῷ ὁ κεραμεύς.
16. Núm 32.12; Deut 1.38; Jue 2.8; Neh 8.17; Jo 5.9.
17. ὥστ᾽ ἀνάγκη ἐν τῷ θήλει ὑπάρχειν τὸν τόκον· καὶ γὰρ πρὸς τῷ ξύλῳ ὁ τέκτων καὶ πρὸς τῷ πηλῷ ὁ κεραμεύς.
De modo que el embarazo ocurre por necesidad en la hembra, pues también el carpintero (está) junto a la madera y el alfarero junto al barro.
Aristóteles, De generatione animalium, 730b
18. Mateo, 7.21; 10.32,33; 8.21; 11.27; 12.50; 15.13; 16.17; 18.10,19,35; 20.23; 24.36; 25.34; 26.29,53.
19. Mateo, 1.18; 2.11,13,14,20,21.
20. Mateo, 4.21,22; 10.35; 13.43; 15.5; 16.27.
21. Mateo, 20.20; 26.37; 27.56.
22. Mateo, 1.1; 9.27; 12.23; 15.22; 20.30,31; 21.9,15.
23. Mateo, 1.18; 2.11; 13.55.
24. Lucas, 1.32,59,62,67.
25. Lucas, 9.42, 15.20.
26. su padre y su madre, ὁ πατὴρ αὐτοῦ καὶ ἡ μήτηρ αὐτοῦ, Sinaiticus.
su padre y la madre, ὁ πατὴρ αὐτοῦ καὶ ἡ μήτηρ, Vaticanus, Washingtonianus.
27. Jue 14.2,3,4,5,6,9; Zac 13.3.
28. Como es sabido, los evangelios fueron sometidos a numerosas revisiones, y este texto de Mateo no existía en el siglo III, pues Orígenes, que indudablemente citaba de forma fiel y literal, lo cita de forma muy distinta:
Ὁ γὰρ διδάσκων ἄνθρωπον γνῶσιν ὁ θεός ἐστιν, ὡς καὶ ἐν ψαλμοῖς γέγραπται, καὶ ὁ σωτὴρ δὲ μαρτυρεῖ μὴ δεῖν ἐπιγράφεσθαί τινα διδάσκαλον ἐπὶ τῆς γῆς λέγων· Καὶ ὑμεῖς μὴ καλέσητε διδάσκαλον ἐπὶ τῆς γῆς· εἷς γάρ ἐστιν ὑμῶν ὁ διδάσκαλος, ὁ πατὴρ ὁ ἐν τοῖς οὐρανοῖς· Homiliae in Jeremiam, 10.1.
Pues el que enseña al hombre la gnosis es Dios, como está escrito en los Salmos (Sal 93.10), y también el Salvador testimonia que no se debe intitular a alguien maestro sobre la tierra, diciendo: Y vosotros no llaméis maestro (a nadie) sobre la tierra, porque uno solo es vuestro maestro, el Padre (que está) en los cielos.
La razón por la que se cambió el texto es obvia, porque si a nadie se le debe dar el título de maestro en la tierra, el que escribió esto evidentemente estaba negando que hubiera existido en la tierra un maestro llamado Jesús. Este pasaje demuestra, junto con otros muchos que se hallan en los escritores antenicenos, y los textos de los papiros, que los evangelios fueron manipulados libremente hasta el siglo IV, cuando fueron canonizados y pasaron a los códices.
Esta lectura de Orígenes está confirmada por otros escritores posteriores:
∆ιὸ καὶ ὁ Χριστὸς ἔλεγε· Μὴ καλέσετε διδάσκαλον ἐπὶ τῆς γῆς· εἷς γὰρ ὑμῶν ἐστιν ὁ διδάσκαλος ὁ ἐν τοῖς οὐρανοῖς· San Juan Crisóstomo, In Isaiam, 1.1.
Y por lo cual Cristo decía: No llaméis maestro (a nadie) sobre la tierra, porque uno solo es vuestro maestro, el que está en los cielos.
La frase no llaméis maestro (a nadie) sobre la tierra (Μὴ καλέσητε διδάσκαλον ἐπὶ τῆς γῆς) se halla también en: Orígenes, In evangelium Joannis, 1.19. Eusebio de Cesarea, In Psalmos, 24.60. San Juan Crisóstomo, In Genesin, homilía 35.2; In II ad Corinthios, homilía 2.10. San Cirilo de Alejandría, Contra Teodoro de Mopsuestia, frag., 1. Paladio, Historia Lausíaca, 26.1.
Ὁ γὰρ διδάσκων ἄνθρωπον γνῶσιν ὁ θεός ἐστιν, ὡς καὶ ἐν ψαλμοῖς γέγραπται, καὶ ὁ σωτὴρ δὲ μαρτυρεῖ μὴ δεῖν ἐπιγράφεσθαί τινα διδάσκαλον ἐπὶ τῆς γῆς λέγων· Καὶ ὑμεῖς μὴ καλέσητε διδάσκαλον ἐπὶ τῆς γῆς· εἷς γάρ ἐστιν ὑμῶν ὁ διδάσκαλος, ὁ πατὴρ ὁ ἐν τοῖς οὐρανοῖς· Homiliae in Jeremiam, 10.1.
Pues el que enseña al hombre la gnosis es Dios, como está escrito en los Salmos (Sal 93.10), y también el Salvador testimonia que no se debe intitular a alguien maestro sobre la tierra, diciendo: Y vosotros no llaméis maestro (a nadie) sobre la tierra, porque uno solo es vuestro maestro, el Padre (que está) en los cielos.
La razón por la que se cambió el texto es obvia, porque si a nadie se le debe dar el título de maestro en la tierra, el que escribió esto evidentemente estaba negando que hubiera existido en la tierra un maestro llamado Jesús. Este pasaje demuestra, junto con otros muchos que se hallan en los escritores antenicenos, y los textos de los papiros, que los evangelios fueron manipulados libremente hasta el siglo IV, cuando fueron canonizados y pasaron a los códices.
Esta lectura de Orígenes está confirmada por otros escritores posteriores:
∆ιὸ καὶ ὁ Χριστὸς ἔλεγε· Μὴ καλέσετε διδάσκαλον ἐπὶ τῆς γῆς· εἷς γὰρ ὑμῶν ἐστιν ὁ διδάσκαλος ὁ ἐν τοῖς οὐρανοῖς· San Juan Crisóstomo, In Isaiam, 1.1.
Y por lo cual Cristo decía: No llaméis maestro (a nadie) sobre la tierra, porque uno solo es vuestro maestro, el que está en los cielos.
La frase no llaméis maestro (a nadie) sobre la tierra (Μὴ καλέσητε διδάσκαλον ἐπὶ τῆς γῆς) se halla también en: Orígenes, In evangelium Joannis, 1.19. Eusebio de Cesarea, In Psalmos, 24.60. San Juan Crisóstomo, In Genesin, homilía 35.2; In II ad Corinthios, homilía 2.10. San Cirilo de Alejandría, Contra Teodoro de Mopsuestia, frag., 1. Paladio, Historia Lausíaca, 26.1.
καὶ θήσω τὸ σπέρμα σου ὡς τὴν ἄμμον τῆς θαλάσσης
y haré tu esperma como la arena del mar
et dilatares semen meum sicut arenam maris
y multiplicarías mi semen como la arena del mar
Génesis, 32.13
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En esta página, procesión del Falo en el Hounen Matsuri (Komaki, Japón), en el momento de gran tensión y belleza en que el Falo es girado sobre sí mismo, y levantado en brazos.
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