07 diciembre 2008

Identidad y diferencia del semen y el alma

























El origen seminal del alma: identidad y diferencia del semen y el alma.


El hombre de la antigüedad, que desconocía completamente la existencia de las células sexuales, pensaba que el principio de la vida, identificado con el alma, estaba contenido en el semen viril, e identificaba (erróneamente) el semen animal con la semilla vegetal. Para los cristianos primitivos entre el semen y el alma había la misma relación que entre la semilla y la planta: el semen era al alma lo que la semilla a la planta. Como la semilla es la planta, así el semen era el alma. El semen era el portador del alma y por tanto se identificaba con ella, y se diferenciaba de ella como la semilla se diferencia de la planta.
Puesto que los cristianos primitivos identificaban alma y espíritu (Tertuliano así lo afirma explícitamente, y señala que los estoicos pensaban igual que ellos y que Zenón definía el alma como espíritu sembrado, consitus spiritus, De anima, 5.2,3; 11), el semen se identificaba con el espíritu y participaba de todos los atributos y virtudes del mismo. Por esto Novaciano podía escribir que el Espíritu es el semen, en cierto modo, del género divino, semen quoddam divini generis (De Trinitate, 29.16).
Esta identidad de espíritu y semen aparece en las epístolas: la expresiones spiritalia seminavimus, sembramos lo espiritual (1Co 9.11) y seminat in spiritu, siembra en el espíritu (Gál 6.8) lo confirman claramente. Además, en la epístola 1 Corintios se relaciona explícitamente el semen sembrado con el cuerpo espiritual (seminas non corpus.., unicuique seminum..., corpus spiritale, 15.36-44), contrapuesto al cuerpo terrenal (corpora terrestria.., Primus homo de terra, terrenus, 15.40,47-49), es decir, el anónimo autor de esta epístola negaba la resurrección de la carne, ya que la carne era tierra (al pueblo que cae en la tierra, esto es, en la carne, obrando carnalmente, populo in terra incedenti, id est in carne carnaliter agenti, Tertuliano, De anima, 11.3), fantasía que compartían todos los escritores cristianos, pues según el Génesis el cuerpo está creado a partir de tierra (Filón, Alegorías de las leyes III 161).
Presento aquí reunidos, y traducidos por mí, los pasajes del libro de Tertuliano De anima en los que expone de manera meridiana la identidad del semen y el alma.


























       Tertuliano, De anima, Sobre el alma:


9. 8 A primordio enim in Adam concreta et configurata corpori anima, ut totius substantiae ita et condicionis istius semen effecit. 
9. 8 En efecto, al principio el alma fue compuesta y configurada con el cuerpo en Adán, de modo que el semen se ha producido de toda la sustancia y asimismo de esa condición.
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19. 6 hominis, cuius anima velut surculus quidam ex matrice Adam in propaginem deducta et genitalibus feminae foveis commendata cum omni sua paratura pullulabit tam intellectu quam et sensu. 
19. 6 del hombre, cuya alma, sacada de la matriz (cepa) de Adán, como una especie de vástago en el mugrón, y, encomendada a los hoyos genitales de la mujer, germinará con todo su apresto, tanto de intelecto como de sentido.
 
20. 2 Porro et frugum seminibus una generis cuiusque forma est, processus tamen varii, alia integro statu evadunt, alia etiam meliora respondent, alia degenerant pro condicione caeli et soli, pro ratione operis et curae, pro temporum eventu, pro licentia casuum; ita et animam licebit semine uniformem, fetu multiformem.
20. 2 Y además, cada género de los sémenes de los frutos tiene una forma, sin embargo, un desarrollo variado: unos llegan a renovar el estado (que tenían), otros incluso responden mejor, otros degeneran por las condiciones del cielo y del suelo, por razón de trabajos o de cuidado, por el suceso de los tiempos, por licencia de las circunstancias; así también será posible un alma uniforme en el semen, multiforme en la procreación. 1
 
20. 6 Apparet quanta sint quae unam animae naturam varie collocarint, ut vulgo naturae deputentur, quando non species sint, sed sortes naturae et substantiae unius, illius scilicet quam deus in Adam contulit et matricem omnium fecit. 
20. 6 Es evidente cuántas sean las cosas que variadamente colocaron en la única naturaleza del alma, de modo que son atribuidas por el vulgo a la naturaleza, cuando no son cualidades, sino accidentes de una naturaleza y sustancia única, a saber, de aquella que Dios confirió a Adán, y que hizo matriz (cepa) de todos.

25. 1 Iam nunc regrediar ad causam huius excessus, ut reddam quomodo animae ex una redundent, quando et ubi et qua ratione sumantur; de qua specie nihil refert, a philosopho an ab haeretico an a vulgo quaestio occurrat.
2 Nulla interest professoribus veritatis de adversariis eius, maxime tam audacibus quam sunt primo isti qui praesumunt non in utero concipi animam nec cum carnis figulatione compingi atque produci, sed et effuso iam partu nondum vivo infanti extrinsecus imprimi; ceterum semen ex concubitu muliebribus locis sequestratum motuque naturali vegetatum compinguescere in solam substantiam carnis; eam editam et de uteri fornace fumantem et calore solutam, ut ferrum ignitum et ibidem frigidae immersum, ita aeris rigore percussam et vim animalem rapere et vocalem sonum reddere. Hoc stoici cum Aenesidemo et ipse interdum Plato, cum dicit perinde animam extraneam alias et extorrem uteri prima adspiratione nascentis infantis adduci, sicut exspiratione novissima educi. Videbimus an ex sententia finxerit.
25. 1 Ahora volveré ya a la causa de esta digresión, para que dé razón de cómo las almas brotaron 2 de una sola, y cuándo, dónde y de qué modo son tomadas. Aspecto en el que nada importa que la cuestión se presente por un filósofo o por un hereje o por el vulgo.
2 Nada interesa a los profesionales de la verdad de sus adversarios, sobre todo de los que son tan audaces como, en primer lugar, esos que presumen que el alma no es concebida en el útero, y no es compuesta y producida con el modelado de la carne, sino que, ya derramado el parto, aún no vivo el niño, es imprimida del exterior. Por lo demás, depositado el semen después del concúbito en los lugares femeninos, y vivificado por un movimiento natural, se desarrolla en la sola sustancia de la carne. Esta es dada a luz, y humeante del horno del útero y liberada del calor, como hierro incandescente y en el mismo momento sumergido en (agua) fría, 3 así es golpeada por el frío del aire, y toma rápidamente la fuerza anímica y produce el sonido vocal. Esto (sostienen) los estoicos junto con Enesidemo y alguna vez el mismo Platón, cuando dice igualmente que el alma, extraña de otra parte y desterrada del útero, es atraída en la primera respiración del niño nacido, como hecha salir en la útima expiración. Veremos si ha fingido con el pensamiento.
 
25. 9 At idem in sexto Legum monens cavere ne vitiatio seminis ex aliqua vilitate concubitus labem corpori et animae supparet, nescio de pristina magis an de ista sententia sibi exciderit. Ostendit enim animam de semine induci, quod curari monet, non de prima aspiratione nascentis. Unde, oro, similitudine animae quoque parentibus de ingeniis respondemus secundum Cleanthis testimonium, si non et ex animae semine educimur? 
25. 9 Sin embargo, al preocuparse él mismo en el sexto (libro) de Las Leyes (775b-c) de que un defecto del semen por alguna vileza del concúbito no reproduzca la enfermedad del cuerpo y del alma, no sé si cae (se contradice) más en el anterior o en tal pensamiento. Muestra, pues, que el alma es introducida por el semen, al cual aconseja cuidar, y no por la primera respiración del nacido. ¿De donde, digo, que por la similitud del alma correspondemos a los padres en los caracteres, según el testimonio de Cleantes, si no somos producidos por el semen del alma?
 
27. 1 Quomodo igitur animal conceptum? Simulne conflata utriusque substantia corporis animaeque an altera earum praecedente? Immo simul ambas et concipi et confici, perfici dicimus, sicut et promi, nec ullum intervenire momentum in conceptu quo locus ordinetur.
2 Recogita enim de novissimis prima: si mors non aliud determinatur quam disiunctio corporis animaeque, contrarium morti vita non aliud definietur quam coniunctio corporis animaeque; si disiunctio simul utrique substantiae accidit per mortem, hoc debet coniunctionis forma mandasse pariter obvenientis per vitam utrique substantiae.
3 Porro vitam a conceptu agnoscimus, quia animam a conceptu vindicamus; exinde enim vita, quo anima. Pariter ergo in vitam compinguntur quae pariter in mortem separantur. Tunc si alteri primatum damus, alteri secundatum, seminis quoque discernenda sunt tempora pro statu ordinis. Et quando collocabitur corporis semen, quando animae?
4 Immo si tempora seminum dividentur, et materiae diversae habebuntur ex distantia temporum. Nam etsi duas species confitebimur seminis, corporalem et animalem, indiscretas tamen vindicamus et hoc modo contemporales eiusdemque momenti. Ne itaque pudeat necessariae interpretationis. Natura veneranda est, non erubescenda. Concubitum libido, non condicio foedavit. Excessus, non status est impudicus, siquidem benedictus status apud deum: crescite et in multitudinem proficite, excessus vero maledictus, adulteria et stupra et lupanaria.
5 In hoc itaque sollemni sexuum officio quod marem ac feminam miscet, in concubitu dico communi, scimus et animam et carnem simul fungi, animam concupiscentia, carnem opera, animam instinctu, carnem actu. Unico igitur impetu utriusque toto homine concusso despumatur semen totius hominis habens ex corporali substantia humorem, ex animali calorem. Et si frigidum nomen est anima Graecorum, quare corpus exempta ea friget?
6 Denique ut adhuc verecundia magis pericliter quam probatione, in illo ipso voluptatis ultimae aestu quo genitale virus expellitur, nonne aliquid de anima quoque sentimus exire atque adeo marcescimus et devigescimus cum lucis detrimento? Hoc erit semen animale protinus ex animae destillatione, sicut et virus illud corporale semen ex carnis defaecatione.
7 Fidelissima primordii exempla. De limo caro in Adam. Quid aliud limus quam liquor opimus? Inde erit genitale virus. Ex afflatu dei anima. Quid aliud afflatus dei quam vapor spiritus? Inde erit quod per virus illud efflamus.
8 Cum igitur in primordio duo diversa atque divisa, limus et flatus, unum hominem coegissent, confusae substantiae ambae iam in uno semina quoque sua miscuerunt atque exinde generi propagando formam tradiderunt, ut et nunc duo, licet diversa, etiam unita pariter effluant pariterque insinuata sulco et arvo suo pariter hominem ex utraque substantia effruticent, in quo rursus semen suum insit secundum genus, sicut omni condicioni genitali praestitutum est.
9 Igitur ex uno homine tota haec animarum redundantia agitur, observante scilicet natura dei edictum: crescite et in multitudinem proficite. Nam et in ipsa praefatione operis unius, faciamus hominem, universa posteritas pluraliter praedicata est: et praesint piscibus maris. Nihil mirum, repromissio segetis in semine.
27. 1 ¿De qué modo, pues, es concebido un ser animado? ¿Ha sido formada simultáneamente una y otra sustancia, la del cuerpo y la del alma, o una de ellas es precedente? Antes bien, decimos que ambas simultáneamente son concebidas, hechas y perfeccionadas, así como dadas a luz, y no interviene ningún momento en la concepción que establezca la posición (de una de las dos).
2 Juzga, pues, por las últimas cosas las primeras: si la muerte no dertermina otra cosa que la separación del cuerpo y del alma, al contrario de la muerte, la vida no se definirá de otro modo que como la unión del cuerpo y del alma. Si la separación de una y otra sustancia acaece simultáneamente por la muerte, esto debe hacernos saber la forma de unión que adviene juntamente por la vida a una y otra sustancia.
3 Además, admitimos la vida desde la concepción, porque reivindicamos el alma desde la concepción. Desde entonces, pues, (hay) vida, donde (hay) alma. Así pues, juntamente se componen en la vida las que juntamente se separan en la muerte. Entonces, si a una le damos la primacía, a la otra el segundo lugar, también se deben distinguir los tiempos del semen por el estado del orden, ¿y cuándo será colocado el semen del cuerpo, cuándo el del alma?
4 Antes bien, si se dividen los tiempos de los sémenes, también se tendrán diversas materias por la distancia de los tiempos. Pues aunque confesamos (que hay) dos especies de semen, la corporal y la anímica, no obstante reivindicamos (que son) inseparables, y de este modo contemporáneas y del mismo momento. Por tanto, no nos avergüence una interpretación necesaria. La naturaleza es digna de veneración, no de vergüenza. Manchó la lujuria del concúbito, no la condición. El exceso es impúdico, no el estado, puesto que el estado es bendecido por Dios: creced y avanzad en multitud (Gén 1.28), pero el exceso es maldecido: adulterios, estupros y protituciones.
5 Y así, en este solemne oficio de los sexos que une al varón con la mujer, digo en concúbito común, sabemos que el alma y la carne funcionan simultáneamente: el alma con la concupiscencia, la carne con la obra, el alma con el instinto, la carne con el acto. Así pues, sacudido todo el hombre por un único impulso de una y otra se despuma 4 el semen de todo el hombre, conteniendo el humor de la sustancia corporal, de la anímica el calor. Y si el alma es denominada por los griegos "frío" (ψυχή / ψυχρός), ¿por qué el cuerpo se enfría exenta esta?
6 Finalmente, aunque aún experimente más la vergüenza que la prueba, en aquel mismo ardor del placer último en el que es expelido el humor genital, ¿no sentimos también salir algo del alma y además nos debilitamos y perdemos el vigor con detrimento de la lucidez? Esto será el semen anímico que inmediatamente (procede) de la destilación del alma, así como también aquel humor, el semen corporal, de la depuración de la carne.
7 Los ejemplos del principio (son) fidelísimos. Del barro (fue formada) la carne de Adán (Gén 2.7). ¿Qué otra cosa (forma) el barro que un líquido abundante? 5 De allí será el humor genital. Del soplo de Dios el alma. ¿Qué otra cosa (es) el soplo de Dios que el vapor del espíritu (= soplo)? De allí será lo que por aquel humor exhalamos.
8 Así pues, aunque en un principio dos (sustancias) diversas y divididas, barro y soplo, hubieran reunido a un único hombre, confundidas ya ambas sustancias también mezclaron en uno sus sémenes, y desde allí transmitieron la forma de propagación de la especie, de modo que también ahora las dos, aunque diversas, todavía unidas fluyan juntamente, y juntamente introducidas en su campo y surco, 6 produzcan juntamente al hombre de ambas sustancias, en el cual está de nuevo su semen según la especie, como está preestablecido para toda creación genital.
9 Así pues, de un único hombre es producida toda esta sobreabundancia de almas, observando ciertamente la naturaleza la orden de Dios: creced y avanzad en multitud (Gén 1.28). Pues también precisamente en lo que se dice antes de la obra (creación) del mismo, hagamos al hombre, toda posteridad es predicada en plural: y gobiernen los peces del mar (Gén 1.26). Nada sorprendente: la promesa de la mies (está) en el semen.
 
36. 1 Constitueramus animam in ipso et ex ipso seri homine et unum esse a primordio semen, sicut et carnis, in totum generis examen, propter aemulas scilicet opiniones philosophorum et haereticorum et illum sermonem Platonis veternosum. Nunc ordinem sequentium exinde tractatuum teximus.
2 Anima in utero seminata pariter cum carne pariter cum ipsa sortitur et sexum, ita pariter ut in causa sexus neutra substantia teneatur. Si enim in seminibus utriusque substantiae aliquam intercapedinem eorum conceptus admitteret, ut aut caro aut anima prior seminaretur, esset etiam sexus proprietatem alteri substantiae adscribere per temporalem intercapedinem seminum, ut aut caro animae aut anima carni insculperet sexum, 3 quoniam et Apelles, non pictor, sed haereticus, ante corpora constituens animas viriles ac muliebres, sicut a Philumena didicit, utique carnem ut posteriorem ab anima facit accipere sexum. Et qui animam post partum carni superducunt utique ante formatae, marem aut feminam de carne sexum praeiudicant animae.
4 Vtriusque autem substantiae indiscreta semina et unita suffusio eorum communem subeunt generis eventum, qua lineas duxerit quaecumque illa est ratio naturae.
36. 1 Habíamos establecido que el alma es sembrada en el mismo y por el mismo hombre, y que el semen es único desde el principio, como también de la carne, en toda la muchedumbre del género, sin duda por causa de las opiniones adversas de los filósofos y de los herejes, y aquel diálogo anticuado de Platón. Ahora enlazamos desde allí el orden de las sucesivas cuestiones.
2 El alma es sembrada en el útero juntamente con la carne, y juntamente con ella misma recibe en suerte el sexo, de tal modo juntamente que ni una ni otra sustancia está comprendida en la causa del sexo. Porque si en los sémenes de una y otra sustancia la concepción de ellos admitiera algún intervalo, de modo que o la carne o el alma fuera sembrada primero, también sería posible adscribir la propiedad del sexo a una de las dos sustancias por el intervalo temporal de los sémenes, de modo que o la carne esculpiría el sexo en el alma, o el alma en la carne.
3 Puesto que también Apeles (no el pintor, sino el hereje), que antes que los cuerpos coloca las almas, viriles o femeninas, como lo aprendió de Filomena, ciertamente hizo que la carne, como posterior, recibiera el sexo del alma. Y los que traen el alma a la carne después del parto, ciertamente antes de formada, prejuzgan por la carne el sexo masculino o femenino del alma.
4 Sin embargo, los sémenes inseparables de una y otra sustancia, y la efusión unida de ellos reciben el resultado común del género, por donde haya trazado las líneas la razón de la naturaleza, cualquiera que aquella sea.

37. 5 Societatem carnis atque animae iamdudum commendavimus a congregatione seminum ipsorum usque ad figmenti perfectionem; perinde nunc et a nativitate defendimus imprimis quod simul crescunt, sed divisa ratione pro generum condicione, caro modulo, anima ingenio, caro habitu, anima sensu.
37. 5 Hace ya tiempo hemos consignado la asociación de la carne y del alma desde la congregación de los sémenes mismos hasta la perfección del ser formado; del mismo modo también ahora defendemos ante todo que crecen simultáneamente desde el nacimiento, pero por distinta razón por la condición de género: la carne en medida, el alma en ingenio, la carne en complexión, el alma en sentido.

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1. Nótese la identidad de la semilla vegetal y el semen animal. La distinción entre semilla y semen no existía en la antigüedad: semilla era semen y semen era semilla. Por tanto, para el hombre de la antiguedad las plantas no producían semilla, sino semen o esperma, ya que con estas palabras designaban lo que nosotros llamamos semilla. La palabra latina fetus utilizada por el teólogo cartaginés, aunaba estos dos sentidos, pues significaba a la vez parto y fruto de la tierra.
2. Brotar, en el sentido de manar o salir de un manantial. El verbo latino redundo significa desbordar, rebosar, inundar o salir a chorros y es, por tanto, una referencia explícita al líquido anímico-seminal, que fluye de la fuente de la vida, es decir, del Falo primigenio o Dios. Ya Hipón (siglo -V) había identificado el alma-semen con el agua: Unas veces dice (Hipón) que el alma es encéfalo, otras que agua, porque es manifiesto que el esperma (σπέρμα) procede de lo húmedo, de donde, dice, nace el alma (San Hipólito, Refutación de todas las herejías, I 16; DK 26 A3). En el evangelio de Juan se habla explícitamente de nacer del agua y del espíritu (Jn 3.5).
3. Más de un siglo y medio antes que Tertuliano, Filón de Alejandría utilizaba esta misma imagen hablando del alma, según el cual, por esto parece que el alma (ψῦχή) recibe su nombre del frío (ψῦξιν) (De somniis 31), a lo que también se refiere Tertuliano más adelante. Se trata de una etimología estoica que proviene de Platón (Crátilo 399e).

4. Materiam seminis quam constat sanguinis esse calorem ut despumatione mutatum in coagulum sanguinis feminae: la materia del semen, como se sabe, es el calor de la sangre que al espumarse cambia en coágulo la sangre de la mujer (Tertuliano, De carne Christi, 19.3).
5. La palabra latina opimus significa también fértil, fecundo. Simbólicamente el agua equivalía al semen. De esta agua primigenia deriva, según Tertuliano, el semen o agua de vida. El aspecto lechoso del semen se lo confería el espíritu. Según Aristóteles, el esperma es es espeso y blanco por estar mezclado con espíritu, πνεῦμα (Sobre la generación de los animales, 736a). Mezclado este líquido fecundo con la tierra, el elemento femenino, se forma el barro o arcilla, es decir, la carne.
En Adversus iudadeus (2.5) Tertuliano identifica explícitamente el barro de la tierra con el útero materno: de limo terrae quasi ex utero matris.
Los cristianos literalistas, es decir, aquellos que como san Ireneo o Tertuliano creían ingenuamente que los evangelios eran relatos de hechos reales, interpretaban también en sentido literal los relatos míticos del Génesis, pero los gnósticos los interpretaban en sentido alegórico, como es interpretada la leyenda de Sara y Agar en la Epístola a los Gálatas (Gál 21-31). Véase la página Alegoría y ficción.
6. La identificación del útero con la tierra (in utero seminata, in utero serendi, § 36, 37) no era una simple metáfora literaria, sino un elemento constitutivo del pensamiento antiguo (de aquí que los cristianos primitivos creyeran que Dios había formado literalmente el cuerpo del hombre del barro de la tierra, de limo terræ), y demuestra que el hombre de la antigüedad no distinguía el semen animal del vegetal, lo que Tertuliano confirma a continuación cuando dice que la promesa de la mies está en el semen. La parábola del sembrador no era una lección de agricultura, sino una alegoría del Falo cósmico: la fuente del agua de la vida (Ap 7.17; 21.6) y el que da semen al que siembra, Qui autem administrat semen seminanti (Is 55.10, 2Co 9.10).


























Dada la radical distinción gnóstica entre materia (carne) y espíritu, Tertuliano, que a menudo cae en lo mismo que critica, se mete en el atolladero del dualismo gnóstico y se ve obligado a introducir la ficticia distinción entre semen del alma y semen del cuerpo. A pesar de que Tertuliano insiste en que el semen psíquico y el físico eran inseparables (indiscreta semina), esta distinción permitía a los gnósticos hablar del semen espiritual de Dios (1Jn 3.9) como contrapuesto al semen corporal del hombre, un semen incorruptible frente a uno corruptible (Gál 6.8, 1Pe 1.23), como si fueran dos cosas diferentes, aunque eran idénticos, ya que el semen que un hombre sembró en su campo o en la tierra (Mt 13.24, Mr 4.26), es decir, en el útero, era el Logos o Verbo de Dios (semen est verbum Dei, Lc 8.11), y el Logos era Dios (Jn 1.1), es decir, el semen del hombre era el semen de Dios, y este semen era Cristo (et semini tuo, qui est Christus, Gál 3.16). En consecuencia, los gnósticos postulaban la existencia de dos tipos de almas: un alma celestial sembrada (insero) ex vulva o ex utero (!!!) y un alma terrenal o corporal generada y trasportada por el semen (Orígenes, De principiis 3/2). De quí la distinción entre un Padre o Falo celestial (Dios) y un Padre o Falo terrenal (El Diablo o Demiurgo) que aparece en los evangelios (Mt 23.9, Jn 8.41-44, Heb 12.9). Por esta razón, había hijos de Dios e hijos del Diablo (1Jn 3.10, Mt 13.38).
Neque duas animas esse dicimus in uno homine, sicut Jacobus et alii Syrorum disputatores scribunt, unam animalem qua animetur corpus, et immixta sit sanguini, et alteram spiritalem qua rationen ministret (Genadio de Marsella, De Ecclesiasticis Dogmatibus, 15)
No decimos que en un mismo hombre haya dos almas, como escriben Jacobo y otros autores sirios: una animal, por la que es animado el cuerpo y está mezclada con la sangre; y otra espiritual, al servicio de la razón.
Mil años después de Tertuliano, santo Tomás repetía este mismo esquema gnóstico dividiendo el alma en varias partes, de las que habla como si fueran dos tipos o "especies" de almas distintas: por un lado, un alma vegetativa (donde reside la potencia generativa) y un alma sensitiva, ambas unidas al cuerpo (operationes animae vegetabilis et sensibilis non sint sine corpore, Compendium theologiae, 91), y por otro, un alma intelectiva, que es la más perfecta de las almas (anima intellectiva est perfectissima animarum, Summa theologiae I, C. 76, a. 5). Así dividida, de esta alma procedía la virtud de toda el alma (virtus totius animae), o simplemente la virtud activa o principio activo que estaba en el semen (virtus activa qui est in semine, est quaedam impressio derivata ab anima generantis, Summa theologiae I C.119 a. 1). Mediante esta virtud del semen era generada el alma sensitiva (anima sensitiva in homine generantur ex semine) y el cuerpo completo del feto (semen... habens virtutem ad productionem totius corporis). Puesto que según él esta virtud no es alma o parte del alma, no se entiende cómo podía contener el semen la virtud del alma separada e independiente del alma, por lo que se ve obligado a decir que tal virtud reside en el mismo espíritu incluido en el semen (in ipso spiritu incluso in semine). Y para embrollar más las cosas, añade que en este espíritu concurre la virtud del alma con la virtud celeste de los cuerpos celestiales (in huismodi spiritu concurrit virtus animae cum virtute caelesti).
Santo Tomás establecía una similitud entre el espíritu que está encerrado en el semen y el ficticio Espíritu santo:
Sicut autem virtus animae quae est in semine, per spiritum qui in semine concluditur, format corpus in generatione aliorum hominum; ita virtus Dei, quae est ipse filius, secundum illud I ad Cor. I, Christum Dei virtutem, per spiritum sanctum corpus formavit quod assumpsit. (Summa theologiae III C. 32 a. 1)
Así como la virtud del alma que está en el semen, por el espíritu que está encerrado en el semen, forma el cuerpo en la generación de los otros hombres, así la virtud de Dios, que es el mismo Hijo, según 1 Cor 1,24: Cristo, virtud de Dios, formó por el Espíritu santo el cuerpo que tomó.
Idéntica similitud establecía entre el semen corporal y el semen espiritual, demostrando así que el Espíritu santo era visto como una réplica mística del semen:
Considerandum est quomodo illi, qui spiritu Dei aguntur, sunt filii Dei. Et hoc est manifestum ex similitudine filiorum carnalium, qui per semen carnale a patre procedentes generantur. Semen autem spirituale a patre procedens, est spiritus sanctus. Et ideo per hoc semen aliqui homines in filios Dei generantur. (Super Romanos C. 8 lect. 3)
Es necesario considerar de qué modo aquellos que son guidados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios (Ro 8.14). Y esto es manifiesto por la similitud de los hijos carnales, que son generados por el semen carnal del padre del que proceden. En cambio, el semen espiritual que procede del Padre, es el Espíritu santo. Y por esto algunos hombres son generados por este semen como hijos de Dios.
Dicit autem in corda, quia duplex est generatio. Una carnalis, quae fit per semen carnale missum in locum generationis: quod quidem semen, licet sit quantitate parvum, tamen virtute continet totum. Alia est spiritualis, quae fit per semen spirituale transmissum in locum spiritualis generationis; qui quidem locus est mens seu cor hominis, quia in filios Dei generamur per mentis renovationem. Semen autem spirituale est gratia spiritus sancti. (Super Galatas C. 4 lect. 3)
Pero dice en (vuestros) corazones porque hay una doble generación: una carnal, que se produce por el semen carnal emitido en el lugar de la generación, porque ciertamente el semen, aunque sea una cantidad pequeña, sin embargo en la virtud contiene el todo. La otra es espiritual, que se produce por el semen espiritual trasmitido en el lugar de la generación espiritual: lugar que ciertamente es la mente o el corazón del hombre, porque somos generados como hijos de Dios por la renovación de la mente. Pues el semen espiritual es la gracia del Espíritu santo.
En ningún momento de su farragosa exposición santo Tomás nos indica por medio de qué experimentos de alquimia hermética pudo comprobar estos datos. Tampoco nos explica cómo siendo el alma una y la misma según la sustancia (in homine est una et eadem anima secundum substancia) podía el semen generar el alma sensitiva pero no el alma intelectiva. Citando a Genadio de Marsella: Las almas racionales no son sembradas por el coito (animae rationales non seminantur per coitum, De Ecclesiasticis Dogmatibus, 15) sostiene que el alma intelectiva no puede ser causada por generación, sino solo por creación de Dios (non potest causari per generationen, sed solum per creationem a Deo). Es decir, si el alma sensitiva era producida por el semen del falo o padre terrenal, el alma intelectiva era producida por el semen celestial del Falo cósmico: el Padre de los espíritus (Heb 12.9). No llaméis padre vuestro (a nadie) sobre la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos (Mt 23.9).
De este modo, santo Tomás incurría en el dualismo gnóstico de un padre celestial y otro terrenal porque, según él, el alma intelectiva es creada por Dios al final de la generación humana (anima intellectiva creatur in fine generationis humanae, C. 118, a. 2), no desde el principio, en el que coloca a la virtud activa que está en el semen, derivada del alma del que engrendra (vis activa quae est in semine, ex anima generantis derivata, Summa theologiae I C. 118 a. 1, a. 2; I C. 119 a. 1, a. 2; III C. 33 a.1). En el semen, por tanto, estaba la virtud del alma del padre terrenal, necesaria para la formación del cuerpo, y el alma sería creada e infundida por el Padre celestial al final de la generación, no en el primer instante de la concepción, sino que una vez formado el cuerpo de un hombre, en seguida es infundida el alma (non infunditur anima in primo instanti conceptionis..., statim formato corpore alterius hominis, infunditur anima, III C.33 a.2). Y así tenemos el absurdo de dos padres o falos y dos almas o sémenes que intervenían en la generación. Por esta razón los gnósticos tuvieron que inventarse dos nacimientos de Cristo: uno eterno o intemporal y otro temporal, igual de ficticio que el primero, puesto que este ocurrió sin semen viril, como declaran unánimente todos los escritores cristianos desde san Justino, época en la que se escribieron los evangelios, en pleno auge del gnosticismo.
Seis siglos antes de santo Tomás, san Isidoro no opinaba que el alma fuera creada al final de la generación, pues según él el alma es engendrada mucho antes de que el ser concebido pueda (respirar) aire por la boca, pues ya vive en el útero de la madre, multo prius gignitur anima quam concipi aer ore possit, quia iam in genetricis utero vivit (Etimologiae, XI 1.7).
Mil años antes, Tertuliano atribuía a los gnósticos la idea platónica de que el alma es impresa desde el exterior después del parto, y la ficción de un semen espiritual era gnóstica. El mismo Tertuliano lo certifica: los herejes, que no sé qué semen espiritual de la madre Sofía introducen en el alma, haereticos, qui nescio quod spiritale semen infulciunt animae de Sophiae matris, y añade: los sémenes heréticos de los gnósticos y de los valentianianos.... Y así dividen el sentido: en los (poderes) intelectuales, ciertamente por su semen espiritual, (y) en los sensitivos, verdaderamente por el (semen) animal, que de ningún modo capta las cosas espirituales (1Co 2.14), haeretica semina Gnosticorum et Valentinianorum... Itaque et sensum dividunt et intellectualibus quidem a spiritali suo semine, sensualibus vero ab animali, quia spiritalia nullo modo capiat (De anima 11.3, 18.5, 23.4).



























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